Ayer, lunes 14 de julio, y organizada por la Coordinación de Bibliotecas de Oviedo, hicimos una ruta literaria de la mano del libro " El Maestrante" de Armando Palacio Valdés, y con las explicaciones estupendas de CHELO VEIGA, coordinadora del evento.
La ruta literaria "El Maestrante" es una excelente oportunidad para descubrir la ciudad de Oviedo y su rica historia literaria.
Busto del escritor Palacio Valdés en el Campo san Francisco.
A las 18.30 h nos ha citado la coordinadora Chelo Veiga delante de esta escultura para iniciar la tercera ruta literaria del verano, y nos repartió unas pegatinas de Rutas Literarias, para visibilizar a nuestro grupo.
pequeño semblante de su vida. Nació en Entralgo, Laviana en 1853.
El libro que yo he leído es una edición del centenario. ( Parece ser que no hay ninguna otra más actual).
En 1865 se traslada a Oviedo para estudiar el bachillerato y permanecerá cinco años en casa de su abuelo. Aquí conocerá a otros importantes escritores.
En aquella época el bachillerato se estudiaba en la Universidad
Dejamos el campo San Francisco y nos dirigimos ,pasando por la propia Calle San Francisco, hasta la esquina con la actual Plaza Porlier,( ahora Teatro Filarmónica) donde estaba "la muralla" ( y que en el climax de la novela, aquí sitúa el autor el encuentro de la niña Josefina con los dos caballeros que la reconocen y llevan nuevamente a la casa palacio de los Quiñones ( actual Palacio de Velarde y Museo de Bellas Artes).
Aquí se hace una parada para la lectura de unos párrafos de la novela. Frente al Palacio de Quiñones( según el autor Palacio Valdés)
Ahora es el museo de Bellas Artes.
La calle Santa Lucia, con ser de las más céntricas, es también de las más solitarias. Está cerrada en su terminación por la base de la Torre de la basílica, esbelta y elegante como pocas en España, y sólo sirve de camino ordinariamente a los canónigos que van al coro y a las devotas que salen de misa de madrugada. En esta calle, corta, recta, mal empedrada y de viejo caserío, se alza el palacio de Quiñones de León. Era una gran fábrica oscura de fachada churrigueresca, con balcones salientes de hierro. Tenía dos pisos, y sobre el balcón central del primero un enorme escudo labrado toscamente y defendido por dos jayanes en alto relieve tan tosco como sus cuarteles. Una de las fachadas laterales caía sobre pequeño jardín húmedo, descuidado y triste cerrado por una tapia de regular elevación; la otra sobre una callejuela aún más húmeda y sucia abierta entre la casa y la pared negra y descascarillada de la iglesia de San Rafael.
En la plaza de la Catedral se hace una nueva lectura delante del edificio Rúa 15 que es donde Palacio Valdés sitúa a los Condes de Onís y que describe con todo detalle.
El palacio de los condes de Onís merece especial mención en esta historia. Es un edificio antiquísimo, el más antiguo de la ciudad en unión de algunos restos de la primitiva basílica que aún quedaban en pie. No se había salvado otra cosa del horroroso incendio que en el siglo XIV había destruido la población. Su aspecto más era de fortaleza que de mansión. Pocas y estrechas ventanas cortadas por columnas de piedra, distribuidas caprichosamente por la fachada; una pared lisa de piedra, ennegrecida por los años; algunos agujeros cuadrados cerca del techo, a guisa de aspilleras; una gran puerta de medio punto reforzada con grandes clavos de acero. Por dentro era inmensa y tenía más alegría. El patio ancho, más ancho que la calle. Por la parte trasera la luz del medio día bañaba sus ventanas. Los árboles de la huerta metían las ramas por ellas, sirviendo de fresca cortina para templar sus rayos. El conjunto de aquel vetusto caserón ofrecía misterios y encantos singulares para los lacienses dotados de imaginación, en especial para los niños, únicos seres que conservan, en nuestra edad prosaica, la fantasía despierta. Su fachada, si es que tal nombre puede darse a aquella lisa pared con pequeños huecos tirados a granel, daba a la calle de la Misericordia, una de las más céntricas de la ciudad. Una de las ventanas, quizá la más ancha, enfilaba la calle de Cerrajerías, y por ella se veía la catedral lejos.
Parada en la calle Altavilla( en la novela) hoy Cimadevilla, donde sitúa el autor la residencia de Fernanda, hija del banquero Estrada Rosa. Se hace una nueva lectura.
Continúa la ruta hacia la calle Carpio.
"Desde tiempo inmemorial tenían costumbre de recibir en su casa por la noche a la juventud de Lancia, particularmente a los muchachos que se placían en asistir por la grandísima libertad que allí disfrutaban. Por acuerdo tácito todos ellos las tuteaban. Y era en verdad peregrino el oír a los chicuelos de diez y ocho años hablar con tal familiaridad a unas viejecitas que pudieran ser sus bisabuelas. Carmelita para aquí, Nuncita para allá porque la más anciana se llamaba Doñ. Carmen y la más joven Doñ. Anunciación. Tres o cuatro generaciones habían pasado por aquella salita de la calle del Carpio, modesta y aseada, con el pavimento de madera encerada, sillas de paja, sofá de damasco encarnado, cómoda de caoba atestada de chirimbolos, espejo con marco de carey y diversos cuadritos al pastel representando la historia de Romeo y Julieta. La tertulia de las Meré era la más antigua de Lancia"
Y nos acercamos a la plaza del Paraguas, y calle Ecce Homo, para ver dónde estuvo situada la casa del abuelo de Armando Palacio Valdés.
Es en el segundo piso y donde el escritor veía la Plaza del Paraguas y la iglesia de san Isidoro del Mercado. En el bajo de la casa había una carpintería.
Se hace lectura de unos párrafos , pero de otra de las obras de Palacio Valdés.
"La novela de un novelista"
Publicada en 1921, se trata de memorias de la época infantil y juvenil. El autor narra sus primeros años de vida a lo largo de las deliciosas páginas de esta autobiografía ejemplar. Tales episodios son contados con sencilla emoción y una ternura conmovedora, traspasado de finísimo humor.
Y se da por finalizada la ruta en la plaza del Paraguas ( obra del ingeniero Ildefonso Sánchez del Río.)
Oviedo inicia un ciclo estival de rutas literarias
La red de bibliotecas municipales invita a descubrir Oviedo a través de los escenarios referenciados en diversas obras literarias ambientadas en la ciudad.
Paradas para leer diversos párrafos de la novela El Maestrante, de Armando Palacio Valdés.
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