El próximo jueves, 10 de noviembre y a las 18 horas, nueva sesión del Club de Lectura de la biblioteca de la Corredoria para debatir sobre el libro LA DESEADA, de Maryse Condé.
La editorial Impedimenta publica ‘La deseada’, una novela escrita por Maryse Condé, referente de la narrativa francesa contemporánea que comenzó a ser reconocida en España tras sonar como favorita al Premio Nobel de Literatura.
Reseña: «La Deseada», de Maryse Condé - Pérgola - Impedimenta
La Deseada tiene mala prensa entre los guadalupeños, porque antiguamente allí se mandaba a los maleantes y a los leprosos.
tTambién porque la tierra es yerma, nada crece. Ni la caña de azúcar. Ni el café. Ni el algodón. Ni el ñame. Ni la batata. Pero para mí, de niña, aquella isla era verdaderamente La Deseada, la tan ansiada tierra que por fin vieran surgir del mar los marineros atónitos de Cristóbal Colón”.
Estas palabras las pronuncia Reynalda, una mujer caribeña que, tras haber intentado suicidarse arrojándose al mar, da a luz a una niña, Marie-Noëlle, a quien abandona. La niña crece feliz, al cuidado de una mujer bondadosa, pero a los diez años su madre, que se ha establecido en París, la reclama. El disgusto para la pequeña es tal que antes de viajar enferma gravemente: “Se transformó en un fantasma esquelético, mohíno y de ojos apagados que escrutaban a la gente de un modo sumamente incómodo, como si persiguiera en los ojos ajenos una obsesión íntima”. La Deseada relata la historia de tres generaciones de mujeres y se centra en Marie-Noëlle y en la búsqueda de sus orígenes. Esta novela transmite la musicalidad y belleza de las grandes novelas clásicas, de las grandes sagas familiares; sin embargo, la perspectiva es contemporánea y aborda temas tan crudos como los abusos, las maternidades no deseadas, la violencia. No es difícil encontrar ciertas similitudes entre este libro y la biografía de la autora.
Maryse Condé nació en el archipiélago antillano de Guadalupe, en 1937, en el seno de una familia de clase alta nativa. Las malas relaciones con sus padres y la hipocresía que, consideraba, implicaba la manera en la que vivían la empujó pronto a dejar el hogar. Su llegada a Francia –estudió en la Sorbona– fue reveladora: “Yo estaba muy mimada y sin la menor conciencia de la realidad. Empecé a sentir algunas contradicciones en Guadalupe, como cuando una niña blanca me dijo que si su madre la veía conmigo la iba a pegar. Pero en realidad todo se me reveló en su total crudeza cuando a los dieciséis y diecisiete me trasladé a París a estudiar. Allí descubrí mi pasado y mi verdadera identidad”.
Durante aquella época, llevó una vida desordenada. Con diecinueve años tuvo su primer hijo, y se vio obligada a criarlo sola. En 1959, se casó con un actor guineano. Trabajó como profesora de francés en Guinea, Ghana y Senegal. Una década después regresó a Francia, tras haber intentado descifrar el continente africano. Se casó por segunda vez, con el traductor al inglés de la mayor parte de su obra. Su carrera, centrada en la raza y el género, y en la búsqueda de la identidad, se había iniciado cuando Condé tenía 42 años. Cuando en 2018 se anuló el Premio Nobel, la Nueva Academia le otorgó el Nobel Alternativo por retratar “los estragos del colonialismo y el caos poscolonial con un lenguaje preciso y, al mismo tiempo, devastador”.
En España, su obra se viene publicando desde 1988, pero ha comenzado a ser más conocida a raíz de sonar como favorita al Premio Nobel y gracias también a la firme apuesta de la editorial Impedimenta, que en 2019 publicó la primera parte de sus memorias, Corazón que ríe, corazón que llora y el pasado año, la segunda: La vida sin maquillaje.
Condé asegura “ver que poco a poco se le va concediendo a la mujer el lugar que se merece. Durante años he luchado por ello, ahora prefiero ver cómo las nuevas generaciones construyen sus propias estrategias”.
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