Jornadas del Desarme en Oviedo
He tomado estas lineas de la página del Ayuntamiento de Oviedo, donde informa de las Jornadas del Desarme.
Jornadas del Desarme en Oviedo.
Cada 19 de octubre, Oviedo celebra con garbanzos con bacalao y espinacas, callos y arroz con leche una serie de hechos históricos acaecidos hace casi dos siglos, ya que sucedieron en la primera mitad del siglo XIX y que han dado lugar a una leyenda épica que se desarrolló durante las Guerras Carlistas en Asturias.
Esta región destilaba liberalismo ya desde la resistencia a los franceses. Fue La Junta General del Principado quien hizo la primera declaración de guerra a Napoleón en 1808, y el pueblo asturiano el primero que declaró la guerra al invasor. Sólo la Iglesia mantenía una relación de cercanía con el carlismo, ya que adoraban su lema, que no era otro que “Dios, Patria y Rey”. En aquel ambiente, en Oviedo se facilitaban armas a los ciudadanos tras reclutamiento casi forzoso para mantener el orden ante posibles brotes o incursiones: eran las llamadas milicias nacionales o milicias urbanas. El trabajo de cada bando era procurar “desarmar” al contrario.
El momento más mítico tuvo lugar cuando en 1856 a las afueras de Oviedo los carlistas disfrutaban de una copiosa comida que tenía como plato principal garbanzos con bacalao y espinacas.
Tan concentrados estaban en saborear este exquisito manjar que no se percataron de que las armas que habían depositado a sus espaldas habían desaparecido, quedando desarmados.
Pero 20 años antes, en 1836, la por entonces heroica ciudad de Oviedo había logrado repeler el ataque más salvaje de los carlistas un 18 de octubre. Al día siguiente, conmemoraron la victoria, que se sigue celebrando en su vertiente gastronómica y en versión pacífica cada año con más éxito.
Desde hace más de un siglo, todos los asturianos se acercan a la capital a mediodía cada 19 de octubre para disfrutar de un menú compuesto por garbanzos con bacalao y espinacas, callos y arroz con leche. Más de trescientos restaurantes y sidrerías de la zona se ven repletos cada año por la avalancha de comensales ávidos de celebrar de nuevo el Desarme.
Esta región destilaba liberalismo ya desde la resistencia a los franceses. Fue La Junta General del Principado quien hizo la primera declaración de guerra a Napoleón en 1808, y el pueblo asturiano el primero que declaró la guerra al invasor. Sólo la Iglesia mantenía una relación de cercanía con el carlismo, ya que adoraban su lema, que no era otro que “Dios, Patria y Rey”. En aquel ambiente, en Oviedo se facilitaban armas a los ciudadanos tras reclutamiento casi forzoso para mantener el orden ante posibles brotes o incursiones: eran las llamadas milicias nacionales o milicias urbanas. El trabajo de cada bando era procurar “desarmar” al contrario.
El momento más mítico tuvo lugar cuando en 1856 a las afueras de Oviedo los carlistas disfrutaban de una copiosa comida que tenía como plato principal garbanzos con bacalao y espinacas.
Tan concentrados estaban en saborear este exquisito manjar que no se percataron de que las armas que habían depositado a sus espaldas habían desaparecido, quedando desarmados.
Pero 20 años antes, en 1836, la por entonces heroica ciudad de Oviedo había logrado repeler el ataque más salvaje de los carlistas un 18 de octubre. Al día siguiente, conmemoraron la victoria, que se sigue celebrando en su vertiente gastronómica y en versión pacífica cada año con más éxito.
Desde hace más de un siglo, todos los asturianos se acercan a la capital a mediodía cada 19 de octubre para disfrutar de un menú compuesto por garbanzos con bacalao y espinacas, callos y arroz con leche. Más de trescientos restaurantes y sidrerías de la zona se ven repletos cada año por la avalancha de comensales ávidos de celebrar de nuevo el Desarme.
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