sábado, 5 de marzo de 2016

Moverse en la ciudad en silla de ruedas.


Recojo del periódico LNE, la siguiente noticia.

El mejor urbanista va en silla de ruedas

Varios ovetenses con movilidad reducida denuncian las numerosas trabas que sufren en la capital, incluso en espacios nuevos como el palacio de Calatrava o La Corredoria

05.03.2016 | 05:07

E. VÉLEZ
  Francisco José Huerta empezó a ver la vida desde otra perspectiva a los 17 años. Una rampa era tanto o más importante que sacarse el permiso de conducir y conseguir uno de los diez espacios reservados para personas de movilidad reducida en el antiguo Carlos Tartiere marcaba la diferencia entre un domingo de fútbol y amigos y un domingo pos quimioterapia. Un tumor cerebral con metástasis en la medula espinal no sólo le postró en una silla de ruedas, también le convirtió en un "urbanista a la fuerza". Y de los buenos. En los últimos treinta y dos años ha colaborado activamente en mejorar la ciudad derribando sus barreras arquitectónicas. Lo ha hecho a nivel particular y como miembro de Aspaym (Asociación de Lesionados Medulares y Grandes Discapacitados Físicos de Asturias). Pero, a su juicio, queda mucho por hacer. Los rebajes de las aceras, las rampas en los portales y los comercios, los aparcamientos reservados o la accesibilidad de los edificios públicos están a medio hacer.


Lo mismo opina Jesús Peón, de 66 años y vecino de La Corredoria, que pese a vivir "en uno de los barrios más espaciosos del municipio", insta al Ayuntamiento a revisar buena parte de sus aceras y pasos de cebra: "Lo normal aquí es llegar con la silla a un cruce regulado con paso de peatones, pasar, llegar al otro lado y tener que bordear la acera porque es demasiado alta para subir con las ruedas. Es el mundo al revés del extrarradio".
Peón contrajo poliomelitis en su Torrelavega natal cuando tenía seis meses. "Es como si hubiera nacido así", explica este profesor mercantil que estudió en la Escuela Superior de Comercio de Santander y trabajó como ejecutivo y agente comercial hasta su jubilación hace cuatro años por problemas de respiración. Vive en Oviedo desde 1980 y se considera un afortunado por "ser de los pocos 'PMR' que ha conseguido cotizar treinta años".
Insiste en usar el acrónimo de Personas con Movilidad Reducida porque está cansado de leer y oír la palabra "minusválido". "No soy un tiquismiquis del lenguaje, pero desde luego no me considero menos válido que alguien que no necesita silla de ruedas. Cuando veo una injusticia, la digo".
Eso hizo en enero del año pasado durante la jornada de puertas abiertas del mercado de abastos de su barrio, aún hoy sin inaugurar. Se dio cuenta de que el recinto -de 3.000 metros cuadrados- no tiene ascensor que conecte la planta baja con la cafetería del piso superior. Sólo hay escaleras de caracol. Peón se lo dijo a los representantes municipales del PP (el partido que por entonces gobernaba en la ciudad) que visitaron la instalación. "Les pregunté por qué habían hecho eso y cuál era la alternativa. Me contestaron que les había parecido una solución bonita y que ahora habría que pensar en una opción accesible para solventar el problema". A juicio de este vecino de La Corredoria, uno de los grandes enemigos de la accesibilidad son "los parches". De hecho, concluye que "es mucho más difícil corregir un espacio poco accesible o inaccesible que hacerlo bien desde el principio".

Jesús se encuentra en La Corredoria con su amigo, Ángel Rodríguez, que también usa una silla de ruedas eléctrica. "Ponga usted en el periódico que el Ayuntamiento siempre se ha portado muy bien con nosotros, pero que lo del entorno de la calle Josefina Argüelles está fatal porque es un laberinto para los discapacitados". Ángel da un rodeo de tres o cuatro calles para llegar a su destino cuando el resto de gente sólo cruza un paso de cebra. Jesús asiente y añade: "La estrechez de la calle Corredoria, frente al centro social El Cortijo, es otro problema que viene de lejos. Si paso yo con la silla, los viandantes tiene que bajar. Tampoco es accesible la senda de Les Matuques, en Prado de la Vega, que está llena de escalones. Monten en una silla y vengan al extrarradio".

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